Ahí se encontraban los siete hombres restantes de la organización, todos ocultos por esos gorros de paja, al igual que yo. Me saludaron y yo les devolví el saludo, tenía una extraña sensación, como si supieran ya quien era, pero nada lo demostraba, todo parecía encajar, primero se limitaron a hablar sobre sus cosas, después, uno de ellos, aparentemente joven, se acercó a mi.
– Tú eres... ¿Kuzaku?
Negué con la cabeza.
– ¿Su amigo?
Volví a negar.
– Ese anillo lo llevaba Kuzaku.
– Exacto, lo llevaba, pero ya no.
– ¿Cuando murió?
– Cuando Takigakure lo detectó en sus filas.
– Oh, ¿y el otro? ¿el marionetista?
– También lo han matado.
– ¿Y dónde están sus anillos?
Le mostré mi mano derecha, el dedo anular, donde tenía puesto mi anillo, después con la otra mano saqué el otro anillo, el Santai.
– Perfecto. Dame el anillo.
Le di el Santai, el hombre se fue, y los demás miembros me invitaron a unirme a la velada.
– ¿Desde cuando tenemos el privilegio de tener un Uchiha en nuestras filas, Zenmura?
– ¿Qué?
– Zenmura, no mientas. Vi como tirabas mi "cuerpo" al río, los cuervos no comen madera.
– ¿Todo fue una trampa?
– Correcto. Pero tranquilo. No te haremos nada... si te unes a nosotros.
– Podría morir por la villa, jamás la traicionaré así.
– ¿Ah? ¿Así que morir por la villa? Mira, ¿cuántos hombres ves aquí?
– Siete.
– Correcto, falta uno más, y los dos a los que acabas de matar. Todos Asesinos de Rango S, entrenados para matar, sigilosos, imperceptibles, letales. ¿Cuántos crees que podrías matar? ¿Tres? ¿Cuatro como mucho? Calcula cuantos quedarían, y si sería suficiente para detenernos. Y después mira por los intereses de la villa.
– Konoha podría aplastaros.
– ¿En serio? Y por qué no lo ha hecho ya? ¿Eh? Ilumíname con tu sabiduría, Zenmura.
– No saben de tu paradero... si lo supieran...
– Pero no lo sabrán. ¿En serio crees que esos dos eran de Akatsuki? ¿Crees que realmente son tan fáciles de aniquilar?
– ¿Qué...?
– Esos dos eran unos simples Jônin, y el cuerpo del Hyuuga era el mío, pero no era yo.
– ¿Y... de qué hablaban?
– Ah, todo una farsa. Aparentemente uno de nosotros ha caído, pero es todo una farsa. Akatsuki no puede ser aplastado.
– Está bien. Acepto. Pero antes... tendré que...
– ¿Despedirte? ¿De quién? Hatake está muy ocupado con su nuevo aprendiz, y tú solo eres una ficha en su tablero de ajedrez, un simple peón.
– Entonces... me uniré.
– No esperaba menos de un genio como tú, Zenmura.