Comiendo...

Llegué al Ichiraku Ramen caminando lentamente, acababa de bajar de aquella montaña y me disponía a comer algo, ya que después del entrenamiento se me había abierto el apetito. La verdad es que no tenía ni idea de como iba a pagar aquella comida, lo único que tenía en mente era llenar mi hambriento estómago.

Me senté en frente del pequeño puesto de ramen, esperando mi turno. Llevaba un traje oscuro y una capucha que ocultaba la parte superior de mi rostro.

– ¿Qué quieres chico? – dijo el jefe del local.

– Manjū, Onegai shimas. – dije, con un tono serio.

– Vale, ahora mismo te lo traigo – dijo el hombre mayor, yéndose hacia dentro de la habitación.

Vaya. Tendría que esperar. No me gustaba estar mucho tiempo en público, realmente no me gustaban las personas. Las veía como inferiores a mí, una persona con una vida normal, demasiado simple, consumiendo mi mismo oxígeno. No merecían vivir. La vida era solo para las personas que hacían cosas importantes a la sociedad, algo beneficioso. Los guerreros eran personas que no merecían existir si luchaban por aumentar su poder y no por la paz.

El hombrecillo me desenfrascó de mis pensamientos, con cara extrañada, dándome los Manju que le pedí.

– Arigatô. – dije con un tono seco.

El tipo se fue a atender a otras personas, mientras yo comía lentamente aquellos panecillos, realmente me gustaban los dulces, aunque no iban mucho con mi forma de pensar y actuar.
Me quedé sentado en aquel puesto, dando pequeños bocados a los dulces que el penoso hombre me acababa de traer, ignorando a todos a mi alrededor, pero siempre alerta al menos movimiento ofensivo.

Miré como asesinaba a los bandidos con gesto neutral, y como volvió a su sitio, casi no le miré, pero parecía que uno de sus ojos había sufrido algún daño en el pasado, pero ahora parecía un ojo normal.
Seguí con mis panecillos, hasta que se acabaron, y pedí un té, seguí sin saber como iba a pagar todo aquello, solo pensaba en como no morir de hambre, y ya era bastante para mí.

– Hmmm... ¿Kage de Konoha? – dije de pronto, rompiendo el silencio.

Me quité la capucha y dejé mi rostro al descubierto.

– Antaño tu villa fue poderosa pero... ¿cómo es ahora el poder del máximo representante? –

Comencé a efectuar una serie de sellos, con una sola mano, sin que el shinobi me viera, después de hacer los sellos, di un salto de la silla y me coloqué justo detrás de él, efectuando el jutsu Suiton Taihoudan, yendo el proyectil de agua directamente hacia el Kage.

– Hmh... –

Saqué un sello explosivo y un kunai, oculté el sello y fui con el kunai hacia el shinobi, para intentar clavárselo en el hombro, mientras mantengo el sello oculto en la manga de mi traje blanco.

– ¿Pero qué? – dije, justo antes de caer noqueado.

A partir de ahí no recuerdo nada más, solo que fuimos bastante rápido... pero sin ningún rumbo... no tenía sentido... aquel Kage me había noqueado pero... no estaba muerto... parece que solo podía dejar de pensar e... intentar dormirme.