– ¿Garo-Sama? – dije levantándome del lago, tras de mojarme un poco el pelo y acabar de beber agua.
Me acerqué más a él y lo miré fijamente, escuchando su propuesta y su advertencia.
– ¿Tu aprendiz? – dije, reflexionando rápidamente sobre ello, poniéndome en cuclillas y pensándolo – Hmm... creo que aceptaré, al fin y al cabo, necesito a alguien que me entrene. – me pongo junto a él de pie y con las manos en los bolsillos.
– ¿Cuándo empezamos? –